Repasando los últimos diez años constato que deben de ser considerados: Los diez años negros de la vida republicana.
Mi memoria evoca el ir caminando hacia casa la noche de un aún tibio junio, haya por el 1955, cuando todo en Guayaquil era respeto y moralidad junto à la belleza y elegancia de las damas, así como de los caballeros en sus trajes de impoluto dril de lino bayal blanco y corbata, mi Padre (todos eramos amigos) se encontró con un prosélito, justo en frente del edificio del Benemérito Cuerpo de Bomberos, y entre cosa y cosa llegaron à la conclusión - que con el tiempo llegue a aprender que es una obligación sudamericana - de que enfrentaríamos "la peor crisis económica el resto del año y en adelante".
Todavía joven yo me impresioné profundamente y por qué negarlo no pude decir nada en la ruta a casa; vivíamos en la "Avenida 9 de Octubre" 728 a escasos cien metros.
Picos más o menos la historia se ha repetido constantemente, incluso se empezaba a pensar que era una recitación cansina de mandato conventual.
Existencia rutinaria hasta el maladado en que la población se equivocó y votaron por el actual mandatario: Efectivamente ganaron la mayoría de una minoría y de pronto resucitó el dios sol, el emperador, el dueño de todas las almas ¡El más más del universo!
Varias voces corearon que la nueva Carta Magna fue redactada en la habitación de Lucifer e incluso después de teatralmente promulgada se re-redactaron partes para satisfacer pasiones particulares.
Debemos recordar que siempre se elige al de la mayoría de las minorías que componen un todo; empero, en su soberbia indicaba que representaba a todos (ahora sabemos que incluso ha sido de algunos muertitos empadronados).
Una era jamás vivida empezó, si no existía el adjetivo denigrante conocido lo inventaba; mandaba al que no le gustaba - cual colegio de monjitas - el castigo más duro. Y comenzaron demandas con altos montos requeridos para "recuperar" el para los caballeros "sin precio" honor.
El espacio y la razón hacen que dejemos sin preguntar por qué los bravitos se acoquinaron. Y al grito de ¡Ahura! comenzó la pandilla a actuar.
Empezaron con hurtos y progresaron a robos que luego se intensificaron en una vertiginosa "agarra los dulces de la piñata" de una fiesta muy intima.
Se dieron milagros e incluso algunos ciegos comenzaron a ver el desmadre armado y el constante doble discurso. Echarle la culpa hasta a los ausentes se convirtió en rutina... Y se comenzó a cumplir los períodos de los jamás... Jamás hemos visto tanta corrupción, jamás se ha dilapidado la riqueza de los ecuatorianos con tanta prosa, jamás se le ha retado a un damnificado por rogar un derecho ¡El general Patton que le dio una cachetada a un cobarde (le exigieron que pida disculpas)! Quedó como niño de pecho ante los jamases vividos.
Cambiar el pasado es imposible, aprender de él es obligatorio.
¿Qué se busca? A puertas de una elección con muchas anomalías jugando a favor de su majestad y cargando los gastos de la farra a los electores, que todavía cometen actos punibles y dejan de contestar las preguntas del pueblo.
Hoy se lee que "nuestro" ¿Seguro Social? Toma un borrador y beneficia en más de dos mil quinientos millones de dólares norteamericanos al des-gobierno que soportamos. Conste que se omite los grandes "préstamos" obligatorios efectuados en los recientes pasados treinta días.
De dónde se puede obtener una cara dura de prometer más de lo prometido y jamás hecho.
¿Hasta cuándo? Por amor propio ¿Hasta cuándo vamos a soportar?