Busco alertar a mis conciudadanos que lo que hoy se llama República del
Ecuador está peor que después que en el inicio de su liberación en 1820 y 1822 con
la independencia
de la provincia de Guayaquil de la corona española.
La provincia tuvo un gobierno y constitución provisional hasta su incorporación a la Gran Colombia, que seguidamente extendió la independencia a la Presidencia de Quito. Su sucesora fue el Departamento de Guayaquil formando parte, luego de la traicionera invasión de Bolívar, de la Gran Colombia.
La Provincia Libre de Guayaquil comprendía los mismos territorios que la Gobernación de Guayaquil en la colonia española, comprendiendo terrenos desde Esmeraldas por el norte y hasta Tumbes por el sur, y entre el Océano Pacífico por el oeste hasta las estribaciones de la cordillera de los Andes por el este, es decir gran parte del litoral ecuatoriano, abarcando así las actuales provincias ecuatorianas de Guayas, Santa Elena, Manabí, la mayor parte de la provincia de Los Ríos, El Oro, Cañar, parte del sur de Esmeraldas, y Tumbes en el actual Perú.[2]
El Reglamento Provisorio Constitucional (también como Reglamento Provisional de Gobierno) fue la primera y única constitución que tuvo la Provincia Libre de Guayaquil. Fue el fundamento y la fuente de la autoridad jurídica que sustentaba la existencia de Guayaquil y de sus territorios emancipados. Este reglamento fue el primer texto constitucional con fuerza de ley creado en el actual territorio de Ecuador, y uno de los primeros en América del Sur.[1]
Esta carta magna se origina luego de la revolución independentista de Guayaquil el lunes 9 de octubre de 1820, a la que se sumaron inmediatamente varios ayuntamientos. Samborondón el 10, Daule el 11 y Naranjal el 15. Veintitrés días después, el miércoles 8 de noviembre, convocados por el ayuntamiento de Guayaquil, los 57 representantes de todos los ayuntamientos del nuevo Estado instalaron el Colegio Electoral o Congreso de la Provincia Libre de Guayaquil, considerado la primera asamblea constituyente celebrada en los territorios independizados de la Audiencia de Quito, el organismo colegiado dictó su estatuto electoral o constitución de la provincia denominada "Reglamento Provisorio de Gobierno" que regiría los destinos jurídicos de este Estado. La carta fundamental de la Provincia entregó el poder a un triunvirato integrado por Olmedo, Ximena y Roca. De inmediato se enviaron mensajeros a Bolívar y San Martín, del mismo modo que a las ciudades de la Sierra que indicaba la constitución del nuevo estado. El reglamento estuvo vigente hasta cuando la Provincia Libre de Guayaquil fue forzada a anexarse a la Gran Colombia.[2]
La constitución guayaquileña constaba de veinte artículos agrupados en los seis capítulos que componen el texto. Sus puntos principales contenían elementos propios del republicanismo como la división de poderes y la igualdad ante la ley, y del liberalismo como el libre comercio, el pacifismo manchesteriano, servicio militar voluntario (excepto en caso de guerra) y el derecho de elegir su futuro estatus político; siendo el establecimiento de una religión oficial (religión católica) el único aspecto conservador que se constata en la carta política.[3]
Tuve el honor de nacer en la metrópolis, justamente en su avenida principal y equidistante entre la Rotonda y el Centenario. Y mis padres constantemente me inculcaron a amar a la llamada República del Ecuador e incluso morir por ella, para mantener su independencia e igualdad entre todos los ecuatorianos por nacimiento o residentes que la amaran.
Fui opuesto a votar por el actual gobernante; sin embargo, finalmente lo escogí por sus ofrecimientos -que de hecho sabía que NO podría cumplir, pero si pensé que limpiaría el Estado de los corruptos e infames- que se lo apropiaron y destruyeron económicamente y, lo que resultaba de mayor perjuicio causaron una guerra entre nosotros obligándonos a separarnos y segregarnos.
Empero, aun antes de triunfar en la segunda vuelta por la ayuda de un señor que, por su proceder influenciable de los mefistofolos, he preferido mantener alejado, sobre todo porque la lealtad, el honor y cumplimiento de la palabra son esenciales y que él sea burlado ya me pareció un incumplimiento que es para mí denigrante.
También me pareció extraño que amistades que se remontaban a centenios pasados, y que con mis contemporáneos habíamos tenido una cercana camaradería de casi hermanos (de hecho, uno que murió trágicamente fue el hermano que no tuve) comenzaron a no contestar mi llamada y que lo primero que hice saber es que los llamaba para avivar la amistad y no pedir favores, a través de otros me entero de que estaban por sus intereses con el innombrable otro: que concluyentemente era la guadaña.
Voy a tener que cortar lo que será una catedra.
Lamentablemente, después de muchas noches de insomnio, y por más que analizo primero se congela el infierno a que este mejore el país. Hemos sobrepasado el punto en que la política sirve ¡Todo está peor!
Quedan dos salidas copiar el ejemplo de Singapur, por la que me inclino, pero que es por demás drástica o encargar el poder, empero: ¿Hay uno del temple de Clemente Yerovi I. y que los que le sigan sean patriotas?