La mitomanía es un trastorno del comportamiento.
El psicólogo Juan Moisés de la Serna, que ha tratado a
varias personas con este problema, considera que "el mitómano busca con
sus engaños la aceptación de los demás. Compensar sus bajos niveles de
autoestima".
"El mitómano para detectarlos es necesario descifrar la intencionalidad de sus actos, es cierto que existen condicionantes en la niñez que pueden facilitar su aparición, especialmente la baja autoestima".
Los actos de este ciudadano están ligados a varias
enfermedades mentales como la demencia, el trastorno límite de la personalidad,
el trastorno antisocial o el trastorno bipolar.
Hay gente tan adicta a la mentira que para ellos significa una "forma de vivir".
Aunque los hay, que manifiestan una sobredosis en engaños que finalmente se vuelve evidente.
Los únicos que escapan al castigo son los políticos. Dominan a la perfección el inventar lo que jamás cumplirán, falsean, fantasean, etc. etc. hasta hacer de ello su "trabajo" habitual.
De hecho, elevan sus mentiras a la "categoría de arte". Un político miente, cuanto más mejor. Están al margen de todo, sin realidad y sin expectativas de tenerla, obsesionados con sobrevivir sin valorar moralmente medios para conseguirlo honradamente.
Por la antes mencionada razón los que desean manejarlos le aplauden todas las mentecatadas para mantenerlo contento.
Y, por supuesto, odiará a todo el que sea honesto con él. Incluso llegan al punto de presentar sofismas con sus muy planificadas "realidades plantadas y bien manejadas".
Por las buenas jamás aceptarán que valen menos que nada e igual que el salvavidas debe poder comprender los primeros síntomas y sacar del agua rápidamente, sin permitir ser ahogado tratando de salvarlo.