miércoles, 12 de mayo de 2021

Qué mal negocio se compró usted, Presidente

Presidente, Siempre hay una primera carta. En este caso suscitada por la evidencia de que el viernes habrá suma de votos a favor de un socialcristiano para que presida la Asamblea. Votos del PSC, del correísmo, de algunos independientes y de su partido. Hay preguntas, muchas preguntas que nadie en su entorno responde. Preguntas que tienen que ver con el sentido de esa suma, la presencia del correísmo y, por supuesto, lo que se viene tras la fotografía del 14 en la Asamblea. Usted, que ya ha producido hechos políticos- solamente con sus actitudes- y que ha sido aplaudido por ello-, sopesará sin duda la inquietud que despierta la negociación con el correísmo. Se entiende que esa corriente fue derrotada tras 14 años; diez de los cuales hizo con el país lo que le vino en gana. Usted estuvo entre sus víctimas. Usted entiende que ver la cúpula correísta entre los ganadores, causa zozobra y desencanto. ¿Asumirá usted ese costo? Se entiende que el PSC es el otro beneficiado de esta operación conjunta con el autoritarismo, que en la parte conceptual recuerda lo que vivió Mauricio Macri en Argentina. Esta es, si usted permite, la peor versión del gobierno del encuentro que prometió a sus electores. Y apenas empieza. Que Jaime Durán -el maestro inigualable del cinismo político- esté cerca suyo, debe ser una mera coincidencia. Lo mismo se puede decir de esta negociación capitaneada por el PSC. Conviene recordar que ese partido es mal visto en buena parte del país (la historia es testaruda) y no tiene el caudal de votos que usted obtuvo. Tampoco ese partido llevó la peor parte del autoritarismo que hoy los negociadores del PSC licuaron. Es normal: ese partido carece de la sensibilidad para evaluar lo que significó la persecución, la ignominia, la corrupción… Hay cosas ajenas, usted lo sabe, al pragmatismo socialcristiano. Y a la visión cínica de Jaime Durán. ¿Por qué aceptó, presidente, que otros barajen las cartas que lo ponen a gastar a usted antes de haber siquiera abierto la chequera? Se dirá -porque ya se escucha- que la estrategia de Pachakutik y la Izquierda Democrática lo esquinaron, pretendiendo poner líneas rojas a su acción desde Ejecutivo. Es verdad. Y también lo es que PK y la ID agravaron las cosas, pues pretendieron aliarse con aquellos que los persiguieron, creando una percepción perturbadora: volverse dueños de la Asamblea y dejar en el limbo al Ejecutivo. Todo eso es cierto. No obsta, presidente. Aquí lo que está en juego es mover esos factores de poder que hacen que el país -cual burra que vuelve al trigo- repita sin descanso la misma partitura. ¿Por qué renunció a quebrar esa lógica? Usted desapareció del escenario. Y César Monge, su único operador, nunca dio la cara. Esas ausencias nutrieron dos certezas: aquello que no ocurre sobre la mesa, ocurre bajo la mesa. Y si Usted no lidera; otros lo hacen. Pero usted paga el costo. Hubo renuncia explícita por parte suya de tratar de llegar, ante el país, a un acuerdo con aquellos que concurrieron a su triunfo. Usted podría argüir, con razón, que ni PK ni la ID llamaron a votar por usted. Pero los votos en la Sierra -en las provincias indígenas y también en Quito- no dejan dudas de con quiénes debe negociar su gobierno. El encuentro es con ellos: no con aquellos que, por poco, instalan al país en una dictadura. Y no han renunciado a hacerlo. Y luego está el correísmo, presidente. ¿Reconciliarse? Nadie se opone. Pero ¿han pedido perdón al país? ¿Han afirmado que dejarán de complotar contra la democracia y contra su gobierno? ¿Acaso no han vuelto a clamar, como es su costumbre, que son víctimas de aquellos (usted hizo parte) que se levantaron contra sus abusos y sus delitos? Aquí no hay odio. Ni persecución. La mínima sensatez indica que el correísmo es un proyecto antidemocrático del que conviene arrancar a sus electores; no negociar con sus dirigentes. Qué mal negocio se compró usted, presidente. Ahora tendrá que solventar hasta los rumores que levanta esta posible alianza con aquellos que piden revisar los juicios de sus delincuentes. ¿Quieren una comisión de la verdad que acomode bonito los hechos para que se puedan lavar la cara en las cortes internacionales? ¿Eso es verdad, presidente? ¿Quieren un acuerdo de impunidad? Y todo esto, ¿a cambio supuestamente de gobernabilidad? ¿De qué gobernabilidad se habla, presidente? ¿La democracia y su gobierno son rehenes de esa organización? Presidente, ¿está seguro de poder explicar al país lo que ocurrirá, según se anuncia, el viernes 14 en la Asamblea? ¿Y por qué se compró usted la agenda socialcristiana, que incluye gobernar desde la Asamblea, y el culebrón que se le vendrá encima si hace esta alianza con el correísmo? De paso, presidente, ¿no quedará usted y su gobierno dependientes y enzarzados entre los dos? Cordialmente, JH José Hernández