lunes, 28 de marzo de 2022

¿Estado o gobierno fallido?





¿Estado o gobierno fallido?

22/08/2010
   

  • Opinión
A Luis Oropeza Venegas.
 
El Estado moderno es el producto de siglos de desarrollo y adaptación; es un proceso histórico de conflictos que se originan sobre la creación y la transformación de derechos y obligaciones y las instituciones que los administran. Los conflictos son consecuencia de las relaciones sociales que existen en un lapso y un territorio determinado.
 
Las amenazas contra la seguridad internacional imputadas a una deficiencia del Estado se deben a causas disímbolos. A veces, el término se usa con fines políticos, para generar una oposición internacional en contra de regímenes que enfrentan transiciones políticas complejas, por ejemplo, México.
 
En este contexto, las naciones extranjeras recomiendan con insistencia la aplicación de reformas internas idénticas, sea para prevenir el derrumbe del Estado o para restaurar su capacidad y legitimidad después de un movimiento social, guerra o elecciones.
Detrás de esa insistencia se oculta otro propósito, ahí donde el Estado no consigue efectivamente evitar la crisis que preocupa a la comunidad internacional, es lanzada por gobiernos confrontados a una verdadera vulnerabilidad.
 
Llegamos al Estado fallido, término polémico que califica a un Estado débil en el cual el gobierno central tiene poco control sobre su territorio. Definición que es ambigua e imprecisa. Si se toma de forma literal, un Estado fallido es el que no tiene un gobierno efectivo.
 
De otra forma, un Estado tiene éxito si mantiene un monopolio en el uso legítimo de la fuerza física dentro de sus fronteras. Cuando este monopolio está quebrantado, por la presencia dominante de forma depredadora de captura del Estado, de milicias o de terrorismo, la misma existencia del Estado llega a ser dudosa, y se convierte en un Estado que ha fallado o Estado fallido.
 
La dificultad de determinar si un gobierno mantiene un monopolio en el uso legítimo de los medios de la fuerza, es uno de los factores que no permiten dejar claro cuando un Estado se puede determinar fallido.
 
La controversia deriva de las implicaciones políticas y militares de etiquetar a un Estado como fallido, pues las proclamaciones y las leyes de su gobierno pueden parcialmente no ser tomadas en cuenta. En algunos casos, sobre esta base, agentes extranjeros emprenden acciones violentas dentro de las fronteras del supuesto Estado fallido con una legalidad altamente dudosa porque no está amparada por el derecho internacional.
 
El término también se utiliza para un Estado que se ha vuelto ineficaz. Es decir, un Estado que tiene control nominal militar y policial sobre su territorio, solamente en el sentido de no tener grupos armados desafiando directamente la autoridad del Estado, pero que no puede hacer cumplir sus leyes uniformemente debido a las altas tasas de criminalidad, corrupción extrema, un extenso mercado negro y/o informal, burocracia impenetrable, ineficacia judicial, interferencia militar en la política, grupos de poder fácticos que imponen sus decisiones sobre la aplicación de la ley, la ley misma y el interés general, situaciones culturales en las cuales los líderes tradicionales gastan más energía que el Estado sobre ciertas áreas aunque desigual entre grupos; crisis económica aguda o grave; criminalización y deslegitimación del Estado; deterioro progresivo de los servicios públicos; violación extendida de los derechos humanos; aparato de seguridad que supone un “Estado dentro del Estado”; ascenso de elites faccionalizadas e intervención de otros Estados o factores externos.
 
En realidad, el dinamismo estatal origina distintas formas de Estado y de su evolución. El Estado cambia cuando distintos grupos desafían la idea dominante de Estado, el contrato social y/o las instituciones del Estado. Así, el argumento que se presenta es que la incapacidad del Estado para proveer los bienes políticos fundamentales asociados a la noción de estatalidad, la seguridad física, instituciones políticas legítimas, administración de las relaciones económicas y bienestar social, está basada en las luchas y conflictos que surgen en un momento dado cuando el contrato social dominante está siendo cuestionado con éxito.
 
De esta forma, el concepto del Estado fallido debería tomar en cuenta los conflictos que llevaron al quiebre del contrato social, de las instituciones del Estado o de la idea misma del Estado.
 
Como los Estados de la periferia todavía se encuentran en formación son mucho más vulnerables a los conflictos. Esos Estados son débiles y en muchos casos pueden estar presentes y ausentes al mismo tiempo. Ese Estado débil combina fracasos y éxitos, así como también legalidad e ilegalidad, legitimidad e ilegitimidad.
 
Así las cosas, el Estado-institución otorga el marco legal que administra el ejercicio de la ciudadanía y de los conflictos sociales y de intereses; asegura la provisión de servicios básicos; monopoliza el uso de la fuerza legítima; defiende a los ciudadanos de amenazas externas; administra la salud pública y preserva la integridad territorial.
 
México: ¿Estado o gobierno fallido?