Existe hoy día este fenómeno demoledor, llamado Yoísmo . Que atenta contra la racionalidad, el espacio personal y la educación mínima e indispensable. Desde que la era se ha modernizado con la tecnología, pareciera, que, al mismo tiempo, ha involucionado el ser humano como especie.
No tenemos que ir hacia un lugar determinado, ni hablar de un sector social más vulnerable. Ni siquiera debemos alejarnos mucho de nuestro propio eje. Pues este fenómeno se encuentra en nuestro propio núcleo, en nuestra familia, en la escuela, en el mercado, en las casas vecinas, en el trabajo, la plaza, la iglesia y en nosotros mismos.
El fenómeno del que hablo es aquél que conlleva desinterés por el espacio ajeno. Desvaloriza la opinión del otro, desintegra la visualización de cualquier objeto de índole humano que se pose ante nuestros ojos.
¿Qué es el Yoísmo?
Hablo del yoísmo, de esa particularidad de hacer a nuestro antojo, tanto en la calle, como en cualquier sitio público. Olvidándonos de que los espacios nos pertenecen a todos.
Están los que estacionan donde les viene en gana. Sin importar que el sitio escogido, sea un espacio estricto reservado para el ingreso/ egreso o movilización de los discapacitados móviles.
Los que acaparan las veredas con sus autos, los que se adueñan de las entradas de los colegios. Imposibilitando el paso a todos los demás que necesitan transitar por ese lugar, obligándolos a desviar su camino.
En este sentido, también se encuentran los restoranes y/o confiterías, que colocan sus mesas ocupando las veredas en su totalidad. No sólo impidiendo el paso a los transeúntes, sino, acaparando los espacios de los discapacitados.
Tenemos a aquellos que paran el colectivo a mitad de cuadra. Los que habiendo señalizaciones claras y precisas, doblan en cualquier parte. Cruzan semáforos en rojo, se metan en contramano, paran en la zona de cruce peatonal.
La falta total de valoración por otro ser humano es aterradora. No existe el menor respeto por la distancia prudencial que debemos tomar, unos de otros.
Todos se desbordan, en los colectivos, en los subtes, en la espera para cruzar una esquina.
Este fenómeno se está propagando a mucha velocidad, sin filtro y con el peor panorama en mucho tiempo.
Las personas han dejado de lado los valores, la educación, y se han dispuesto a manejarse como si todos los espacios les pertenecieran.
Y esto hace a que muchos de nosotros, que somos respetuosos hasta el hartazgo del espacio ajeno, de tomar distancia, de un buen sentido de la ubicación, estemos expuestos a una epidemia mortal a nivel mundial.
No es una exageración, pero si se habla de un fin del mundo próximo, creo que estamos en la antesala.
Todo indica que yo estoy primero, y después y después, y mucho después también.
La negación de la existencia de los otros, hace a que la vida se vuelva un caos cada vez que necesitamos tomar un transporte público, ir al supermercado o tratar de cruzar una avenida.
Para todo, estamos en un contacto violento proveniente de estos seres del Yoismo eterno.
Quizá, la especie humana ya esté en extinción y perezcamos muy pronto…
En conclusión
Quizá, podamos darnos cuenta, despertar la conciencia y entender que existen reglas de convivencia social, y que si las podemos cumplir, podamos vivir con más armonía y rodeados de un ambiente más puro.
Todo pasa por uno y se extiende a los demás.
Entonces, lo que damos se vuelve parte de lo que somos.
Si solo podemos ver nuestro propio ombligo, quizá mañana no haya más mundo por recorrer……
La evolución mental, solo se logra entendiendo el alrededor y tratando de ser parte de cada acontecimiento de vida.
Es hora de dejar de lado esa coraza horrible que nos representa como humanos corroídos, y dejarnos fluir en el espacio mismo donde nos encontramos.
Es dando, donde se encuentra la razón de la felicidad única.
No perdamos de vista la razón que nos ha traído hasta aquí, y abramos la percepción a lo espiritual, tratando de ver más a los que están a nuestro lado, que a ese YO carnívoro y devastador que alimentamos con tanto egoísmo ilógico, dando paso al Yoismo.
Tratemos de vivir en paz y de dejar paz a nuestro paso.