DOMINGO DEL HIJO PRODIGO
Esta es una de las más bellas parábolas que nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo nos dio como ejemplo
de la misericordia que derrama sobre el ser humano.
Cuando malgastamos nuestro tiempo viendo películas,
pasando horas en las redes sociales, yendo a restaurantes
a pasar con nuestros familiares o amigos, ocupando gran
parte de nuestros ingresos en ocio y paseos, compras
superfluas o disfrutes sensuales. Estamos mal gastando
nuestra vida. Si usted se hace la pregunta. ¿Si muriera
hoy a dónde iría? Y si la respuesta es el infierno. Usted
está consciente de que ha pasado su vida desperdiciándola en goces terrenales cuya recompensa, además conoce bien.
El verdadero arrepentimiento del Hijo pródigo se da
gracias a que volvió a la cordura. Lo lamentable es que, si Dios permite que lleguemos a esa claridad de mente,
comúnmente ocurre por causa de que nos vemos perdidos y añoramos la libertad de quienes tienen la consciencia tranquila, cuando todavía no habíamos cometido
actos de cuyas consecuencias nefastas ahora nos lamentamos. Sin embargo, si en ese momento el alma desdichada se da cuenta que ha pecado gravemente, y que
desperdiciado todas las oportunidades que Dios le había
dado, poniendo su inteligencia, sus facultades y sus deseos en cosas banales e impuras, que ha vivido como lo
hace cualquier hombre vicioso e indigno, en ese momento Dios pone el deseo de la libertad de los que viven conforme a lo que Dios nos manda. Pero sabiendo
que, aunque esta asqueada de su mala conducta y de su
terrible situación, también entiende que no es merecedor
de exigir a Dios que nos restituya.
En esto último radica
el verdadero arrepentimiento, en saber que no somos
merecedores. Y a pesar de ello recurrimos a buscar el
perdón de nuestro Salvador. Lo increíble de este proceder humano hoy en día, es que no buscamos ser restituidos a un estado simple, inocente ni de obediencia, sino
que quienes conformamos la actual generación humana,
no nos interesa en lo absoluto ese estado de sometimiento a Dios y por eso no solo que somos víctimas de nuestras bajas pasiones y esclavos de nuestros placeres, sino
que además gozamos regodearnos en nuestra inmundicia. Sin embargo, el mensaje evangélico no cesa de ser
proclamado por la Iglesia, y nos dice: Arrepiéntete sinceramente, aún puedes cambiar de vida y de destino,
20 de febrero de 2022 (C.C)
7 de febrero de 2022 (C.E)
Domingo del Hijo Prodigo
San Parthenio Obispo de Lampsaco. Venerable Lucas de
Styron. 1003 mártires de Nicomedia. Aule Eremita.
Teopemptos y sus compañeros Mártires. George Nuevo
Mártir de Creta. Ricardo Rey de Wessex.
Metrópolis Ortodoxa Autónoma de Ecuador
y Latino América
Su Eminencia +Chrysóstomos
Metropolita de Ecuador, y Latinoamérica
Obispo Abraham
Santuario de la Madre de Dios “Madre de Toda Bendición”
Pasaje OE8A # 71-50 y Rio Bigal
Teléfonos: 0992604310 - 0997759332
Email: iglesiaortodoxa@gmail.com
Quito - Ecuador
disfrutar el vivir conforme a lo que Dios desea para ti. Este
arrepentimiento y cordura implicaría el deseo urgente, imperativo y vital de confesar nuestras maldades para ser
aceptados en su casa, aunque sea como el último de todos
los que allí gozan de la paz, de la tranquilidad y del amor
de Dios.
Este camino de arrepentimiento y de penitencia se da a
través del Misterio de la Penitencia y de la Confesión, mediante el cual podemos decir ha Dios: “He pecado contra
el cielo y contra Ti” Si así lo hiciéramos seríamos perdonados y por tanto hallaríamos la salvación. Pero si persistimos en no hacerlo la lógica consecuencia es seguir viviendo en la inmundicia de los placeres mundanos que solo
tienen como resultado un solo final, una vida terrenal sin
Dios y peor aún una eternidad en la perdición de nuestras
almas.
Este Domingo del Hijo Prodigo, nuestra querida Madre
Iglesia nos pide que recapacitemos y que nos acerquemos
con confianza a Dios, abandonando toda injusticia y camino que nos aleje del único amor verdadero, que es Dios
mismo.
Dios Santo, por la dureza de mi corazón he malgastado mi
vida en vanidades, y tan terrible y deplorable es la enfermedad de mi alma que en lugar de buscarte deseo a pesar
de estar lejos de Ti permanecer en un camino ajeno a tu
Santa Voluntad. No permitas que muera en mi la consciencia, la vergüenza, el temor de Ti porque sino perecería para siempre. Más bien otórgame poder comprender claramente el repugnante estado de mi alma para que con presteza y confianza en tu Divino perdón, vuelva a tus sendas
y así sea glorificado tu muy honorable y magnífico nombre y pueda gozar de la alegría de todos los bienaventurados que contemplan la inefable hermosura de tu rostro. Te
lo pido por las intercesiones de la Santísima Madre de
Dios y siempre Virgen María, mi Señora, mi consuelo y
segura protección de los que acudimos agobiados por el
peso de nuestros pecados. Amén.
De cuán grandes bendiciones, miserable como soy, me he
privado a mí mismo. De aquel reinado, en desgracia he
caído. He perdido la riqueza que había recibido, y he
quebrantado el mandamiento. ¡Ay! De mi alma infeliz, te
has condenado al fuego eterno. Por ello antes del fin clama
suplicando a Cristo nuestro Dios: “Recíbeme como el Hijo
Pródigo, ¡Oh! Dios y Ten misericordia de mí.
TROPARIOS
Tropario de la Resurrección.
Tono 2
Cuando descendiste a la muerte, ¡Oh! Vida Inmortal, mataste al Hades con el rayo de tu divinidad y cuando levantaste a los muertos del fondo de la tierra, todos los poderes celestiales clamaron: ¡Oh! Dador de vida, Cristo Dios, ¡Gloria
a Ti!
Kontaquion
Tono 3.
Cuando me rebelé en contra de tu paternal gloria, por insensatez e ignorancia, derroché en el
pecado la riqueza que me diste. Por eso, clamo a
Ti con la voz del Hijo Prodigo, diciendo: He pecado delante de Ti, ¡Oh! Padre misericordioso,
acéptame arrepentido como uno de tus siervos.
Tropario de San Basilio Magno.
Tono 1.
Tu voz anunciadora se difundió por toda la tierra, que aceptó tu palabra. Y enseñaste la fe y
descubriste la naturaleza de los seres. ¡Oh! San
Basilio que hiciste del real sacerdocio, camino
para la vida de los hombres, ruega a Cristo Dios
por la salvación de nuestras almas.
Proquimenon
Tono 2
Mi fortaleza y mi canción es el Señor; Él es mi
salvación.
Verso: El Señor me reprendió, mas no me entregó a la muerte .
EPISTOLA
Lectura de la Primera Carta a los Corintios
6: 12-20
Todo me está permitido», pero no todo es para
mi bien. «Todo me está permitido», pero no dejaré que nada me domine. «Los alimentos son
para el estómago y el estómago para los alimentos»; así es, y Dios los destruirá a ambos. Pero el
cuerpo no es para la inmoralidad sexual sino para el
Señor, y el Señor para el cuerpo. Con su poder Dios
resucitó al Señor, y nos resucitará también a nosotros. ¿No saben que sus cuerpos son miembros de
Cristo mismo? ¿Tomaré acaso los miembros de Cristo
para unirlos con una prostituta? ¡Jamás! ¿No saben
que el que se une a una prostituta se hace un solo
cuerpo con ella? Pues la Escritura dice: «Los dos llegarán a ser un solo cuerpo.» Pero el que se une al Señor se hace uno con él en espíritu. Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que
comete inmoralidades sexuales peca contra su propio
cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del
Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios
dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto,
honren con su cuerpo a Dios.
Aleluya Aleluya Aleluya.
El justo florecerá como una palmera, crecerá como
cedro del Líbano.
Aleluya Aleluya Aleluya.
Plantado en la casa del Señor, florecerá en los atrios
de nuestro Dios.
Aleluya Aleluya Aleluya.
EVANGELIO
LECTURA DEL EVANGELIO
SEGÚN SAN LUCAS 15:11-32
Dijo el Señor esta parábola: “Había un hombre que
tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: "Dame la
parte de la hacienda que me corresponde." Y el padre
repartió sus bienes entre los dos. El hijo menor juntó
todos sus haberes, y unos días después, se fue a un
país lejano. Allí malgastó su dinero llevando una vida
desordenada. Cuando ya había gastado todo, sobrevino en aquella región una escasez grande y comenzó
a pasar necesidad. Fue a buscar trabajo, y se puso al
servicio de un habitante del lugar que lo envió
a su campo a cuidar cerdos. Hubiera deseado llenarse el estómago con la comida que daban a los
cerdos, pero nadie le daba algo. Finalmente recapacitó y se dijo: ¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de
hambre! Tengo que hacer algo: volveré donde mi
padre y le diré: “Padre, he pecado contra Dios y
contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.
Trátame como a uno de tus asalariados”. Se levantó, pues, y se fue donde su padre. Estaba aún lejos,
cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a
echarse a su cuello y lo besó. Entonces el hijo le
habló: “Padre, he pecado contra Dios y ante ti. Ya
no merezco ser llamado hijo tuyo”. Pero el padre
dijo a sus servidores: “¡Rápido! Traigan el mejor
vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo en el
dedo y traigan calzado para sus pies. Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta,
porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la
vida; estaba perdido y lo hemos encontrado”. Y
comenzaron la fiesta. El hijo mayor estaba en el
campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa,
oyó la orquesta y el baile. Llamó a uno de los muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello.
Él le respondió: “Tu hermano ha regresado a casa,
y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo”. El hijo mayor se enojó
y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle. Pero
él le contestó: “Hace tantos años que te sirvo sin
haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. Pero ahora que vuelve ese hijo tuyo, que se ha gastado tu dinero con
prostitutas, haces matar para él el ternero gordo”.
El padre le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo y
todo lo mío es tuyo. Pero había que hacer fiesta y
alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y
ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”.