domingo, 6 de febrero de 2022

Hoy he despertado añorándote, recordando el Quito de mi niñez

QUERIDO QUITO

He decidido escribirte esta carta porque me ha invadido la tristeza al saber de ti y al enterarme cómo te encuentras. He sabido que tus calles están invadidas de maleantes y rateros que hacen que la gente buena ya no podamos transitar por ellas con tranquilidad. También me he enterado de que no hay quién te cuide, que a la Policía solo se la siente en aquel pico y placa que te impuso la realidad de un tráfico excesivo y en constantes controles en vías estratégicas para imponer multas.

Un Quito descuidado en sus avenidas, sin mantenimiento con baches, montículos y más agravios por dónde se pueda transitar.  
Paredes y puertas pintadas o marcadas por vándalos, convertida en una ciudad de nadie.   ¿Qué pasó con la minga quiteña de antaño?  


Hoy he despertado añorándote, recordando el Quito de mi niñez y de mi juventud, donde íbamos al colegio a pie, sin que nuestros padres se preocuparan de que algo malo nos podía ocurrir, donde salíamos con los amigos a dar vueltas por tu Amazonas o por tu González Suárez, con las ventanas del auto abiertas, para saludar con quienes nos topábamos. En ese tiempo, los autos no tenían aire acondicionado ni ventanas eléctricas, pero tampoco las necesitábamos.

A veces hasta nos dábamos el lujo de bajarnos en el Mirador de la González o íbamos al Panecillo a observar tus alrededores y tu grandeza. Hasta nos atrevíamos a “jalar dedo”, para que alguien nos acercara a uno de los valles.

Hoy te extraño y te recuerdo. Hoy tengo miedo de vivir en ti. Hoy me asusta que mis hijos salgan y sean atracados. Hoy ya no respiro tu aire, porque tengo que ir con las ventanas del auto subidas y con películas “anti-atraco”, porque puedo ser víctima de uno de los personajes que se paran en los semáforos, o en la esquina que quieren para tirar agua a mi auto sin mi consentimiento, o para agredirme si no se lo permito.  
Mujeres y hombres extranjeros vendiendo de todo incluido el sexo. 
En qué te han convertido. ¡Un dolor y un horror!

¿Y sabes que es lo que más me duele? Me duele saber que no estamos haciendo nada. Saber que el destituido solo fue un triste delincuente, resentido social, que ha osado burlarse de los Quiteños y de las leyes que lo aplauden en sus fechorías, que se supone son las que tienen que velar por tu integridad, no se pronuncian los que ya deberían tomar las riendas. Saber que TU, mi ciudad, ya no nos perteneces. Ahora eres invadida por extranjeros sin trabajo que nos atacan y te corrompen. Me duele “la indolencia” de quienes tienen el poder de poner orden en tus calles y no lo hacen. Me duele que, siendo tus ciudadanos, ¡sólo nos quejamos por redes sociales y no salimos a las calles a pedir que se te respete… a exigirlo!

Mi hermosa ciudad, algo tenemos que hacer por ti, no podemos dejar que te conviertas en cueva de ladrones, no podemos dejar que la gente mala invada tus esquinas. No podemos dejar que este hermoso Patrimonio se destruya por el “quemeimportismo” de quienes tienen el poder y no actúan. 

Tus ciudadanos, los que de verdad te queremos, alzaremos nuestras voces para que se te respete, para que vuelvas a ser el Quito de los quiteños, para que podamos disfrutarte nuevamente.




Con Amor,

Si deseas te pido lo reenvíes, sé que podemos hacer algo más por nuestra ciudad. Gracias por comprender y unirte.

Recuperemos a nuestra carita de Dios. Todos tenemos esa responsabilidad.

#LindoQuitoDeMiVida