Del tiempo de la autentica madera incorruptible... Un relato:
La predilección de Arroyo del Río por el grupo de carabineros generó disputas con el Batallón de Infantería Carchi, el Grupo de Artillería Villamil y el Batallón de Ingenieros Chimborazo, todos asentados en Guayaquil, que luego impulsarían la rebelión de 1944.[1]
Finalmente la situación explota, el pueblo guayaquileño con sus sindicatos se vuelca a las calles. En ese momento los militares declaran que le quitan el respaldo al régimen en el poder, mientras que por otro el lado el gobierno ordena a los carabineros que salgan a reprimir a la población; incluso se dan choques armados con los militares. Mientras por un lado la rebelión es de matiz popular y espontánea, por el otro en las calles, quienes se convierten en vanguardia política al encabezar las demandas del movimiento son los líderes del Partido Comunista del Ecuador, entre los que figuran Pedro Antonio Saad Niyaim y los escritores Joaquín Gallegos Lara y Enrique Gil Gilbert; y también en menor nivel los del Partido Socialista. También, en los cuarteles militares se les entregan armas a los civiles para que estos se enfrenten a los Carabineros. La situación de revuelta dura unos pocos días y finalmente los civiles guayaquileños logra arrinconar a los Carabineros en el cuartel general de policía de la ciudad porteña el día 28 de mayo de 1944. Por toda una noche hay enfrentamientos en este lugar, hasta que al fin la población civil logra ingresar violentamente al cuartel produciéndose el ajusticiamiento de todos los policías que ahí se encontraban.
El comandante Lutgardo Proaño era jefe de Carabineros de la plaza de Guayaquil, se dice que no se rindió luego de nueve horas de combate. En la toma del cuartel de Carabineros se produjeron saqueos y se incendió el cuartel.[1]
Además, que con el afán de intimidarlo llevaron a su más querido hijo y lo amenazaron con asesinarlo si no se rendía, a lo cual la respuesta fue el grito: ¡"Adios hijo"!
Muy usual estás batallas en que se dijo: "Guayaquileno, madera de Guerrero" que hoy es usada como eslogan de una madera de pésima calidad y además apolillada. Dónde la mayor parte son "Capitanes Arañas".
Decirle a alguien que es ‘como el capitán Araña’ no es referirse a éste como un superhéroe o algo similar, sino que esta locución es sinónimo de llamarle embaucador o que convence a otros para hacer algo y luego se queda al margen.
La expresión está extraída de una mucho más larga que decía literalmente ‘el capitán Araña, que embarcaba a la gente y se quedaba en tierra’ y que surgió a raíz de un curioso personaje del siglo XVIII.
Hoy, en realidad vivimos los peores momentos de nuestro amado Ecuador.
Y la diferencia no sólo son la madera podrida, si no la manifesta cobardia de muchos, entre ellos varios estupidos que actúan por sus intereses.
Patriotas ¡Exclusivamente reservado para los ladrones! Aparte ahora rinden culto a sus dioses que son los que les permiten "acomodarse".