Mirar al campo (IV)
Autor: Econ. Francisco Swett.
Gracias... El Campesino tiene quien le escriba
El sector primario es la gran paradoja nacional.
Tiene a la gente más emprendedora, genera las divisas que sostienen la economía del país, es el creador de empleo por excelencia.
Y, sin embargo.
Es el sector más empobrecido, donde existe la mayor privación de bienestar; el sector que expulsa a la gente porque no existe sustento adecuado en una economía de subsistencia. Donde se cuecen los más graves problemas sociales y los gobernantes, una vez en el poder, se olvidan de la gente.
¿Qué hay que hacer, o, más bien, dejar de hacer?
Es presuntuoso dar contestación a una pregunta que concierne directamente el bienestar de tanta gente. Sin embargo, empecemos por tener visión, y esa visión se refiere a cambiar, en el tiempo, a una economía de subsistencia por una moderna.
Eso requiere en el orden de la política pública, empezar por desamarrar los nudos que afectan a la producción agrícola y al sector en general; nudos como la estructura arancelaria, las limitaciones y trabas a las importaciones de insumos y al provisionamiento de las mejores semillas; requiere inversión real en infraestructura de producción, riego, transporte, comercialización e información. Es menester que la educación, y no hablo de la educación formal solamente, llegue a todos los rincones; que la salud y la sanidad sean debidamente atendidas; que se respete la individualidad cultural y que la organización pública del sector reconozca la diversidad y se apoye en la descentralización.
Hay atavismos en el sector. Se gasta energías en discusiones interminables sobre los famosos precios de sustentación, cuando ese tiempo y esas energías deben estar dirigidas hacia la consecución de objetivos como los arriba anotados. Al campo y a la agricultura les conviene la competencia, porque de otra forma ¿cómo nos explicamos las posiciones estelares en los productos en los cuales los emprendedores, los empresarios y los agricultores en general deciden especializarse?
Finalmente, los intereses de los consumidores no pueden quedar de lado o ser ignorados. Es por ello que la productividad, la eficiencia y la competitividad no deben ser objetivos que dependan de la amabilidad de tal o cual gobernante o el arrastre de determinado líder. Deben depender de la voluntad e inteligencia de cada cual, individualmente y en grupo.
fxs 22.01.16