domingo, 24 de abril de 2022

Hambre y miseria es un común denominador del mal administrador.



El control de precios e imponer tributos es un mecanismo por el cual la autoridad gubernamental impone valores determinados para los precios de bienes o servicios, con la ilusoria finalidad de mantener esos bienes y servicios para los consumidores y evitar incrementos de precio durante periodos de escasez, es peor que un subsidio.

Para algunos, implementar mecanismos de control en una economía es justificado en bien de la población en general. El agudo desabastecimiento y la necesidad de cambiar medios así lo demuestra.

Al mantener los precios artificialmente bajos, la demanda se incrementa y el productor o servidor se retira, hasta un punto en el cual la oferta no puede satisfacerse, dando lugar a escasez de los productos cuyo precio se controla.

Las políticas del Gobierno basadas en controles de cualquier naturaleza de libertad económica y derecho de propiedad han generado graves distorsiones en los patrones de producción y consumo.

Como se ha podido observar, la inflación que debió de haber sido temporal toma fuerza.

El desequilibrio de los mercados somete a intensas presiones sobre los precios de los bienes, especialmente los mal llamados de primera necesidad.

Productos de altas demandas, como alimentos y bebidas, productos de higiene, vestidos, medicina, estudio, etc. Hacen que esos productos sean desviados para ser revendidos al mercado informal, con precios muy por encima de lo fijado.

Se desestimula la importación o producción del producto, disminuyendo la oferta y aumentando la demanda de los productos regulados, la única forma para mantener estabilidad en los precios es expandir significativamente la oferta agregada de bienes y servicios mediante una constante eficiencia del mejor rendimiento y sus procesos.

Eso significa más colas de consumidores y mayor precio en el mercado informal. El problema no sólo se mantendrá, sino que se perderá la costumbre de su uso, y la cadena de producción se inclinará en otra dirección.

La aplicación de un control de precios demuestra un desconocimiento del mercado e incapacidad de preparase para el futuro, llegando aceleradamente las inevitables pérdidas que impulsan la desinversión y por ende la falta de oportunidad.

Casi todos los países han superado exitosamente los controles de precios y cuentan en la actualidad con pleno abastecimiento.

Para el buen desarrollo económico es necesario tener visión y plena movilidad de factores que generen la confianza de los agentes económicos en abastecer el mercado que será siempre cambiante y pasará de un control punitivo del Estado al único válido de facilitador para todos los actores y que impacte positivamente en la confianza de los inversionistas.

La aplicación indiscriminada de controles de precios como política antiinflacionaria, no solo constituye una supina ignorancia de los factores que la producen, sino introducen más distorsiones a la economía nacional.

Por la antes dicha razón hoy estamos perdiendo mercados para nuestros productos y en especial por la patente de corso que se auto conceden los políticos sin capacidad y que además se cierran a los consejos.

Un año es muy poco tiempo si se relaciona con el tiempo de vida de una persona y demasiado largo para un buen explorador visionario.