viernes, 8 de abril de 2022

"¿Hasta cuándo padre Almeida?"

Cuenta la leyenda, que había un padre quien salía todas las noches a beber un poco de aguardiente, pero para salir sin que nadie se dé cuenta, él escapaba por una ventana que estaba en lo alto de una iglesia, y para esto, tenía que subir en un brazo de la estatua de Cristo.


Una noche, cuando el padre intentaba escapar para hacer su cotidiana escapada, subió al brazo de la estatua de Cristo, pero de repente, oyó una voz que provenía de la imagen del Cristo volteo que le dijo:

"¿Hasta cuándo padre Almeida?"


El padre sin mucha demora contestó de manera jocosa:


"Hasta que vuelva."

Y sin dudar más o darse cuenta de lo sucedido, se marchó tranquilamente.

Tras varias horas de haberse emborrachado a su total antojo, el Padre salió de la cantina tambaleándose mientras caminaba. De pronto y sin darse cuenta, chocó con unos hombres altos vestidos de negro quienes llevaban un ataúd, y que, gracias al impacto, dejaron caer su carga.

padre almeida leyenda ecuador

Cuando el Padre Almeida vio el ataúd en el piso, reaccionó de inmediato y no podía creer lo que estaba viendo con sus propios ojos. La persona que estaba dentro del Ataúd era él mismo.


Muy asustado y sabiendo que era una señal divina, el Padre Almeida hizo la promesa de jamás volver a tomar de nuevo y seguir el camino de rectitud que se había prometido antes. Desde ese momento, se dice que la cara de la estatua del Cristo se ve más sonriente.





Ciertamente, mucho de la historia quiteña se ha transmitido mediante las tradiciones, que tienen tanto de realidad como de fantasía. En el siglo de la Ilustración, con el surgimiento del rigor científico, se descartaron los mitos y leyendas, considerando como verídico únicamente el testimonio escrito de fuente fiable. Significando esto la muerte del alma colectiva, puesto que se reprimió lo que el filósofo Henri Bergson, llamó la “facultad fabuladora”.

Esto es la expresión del espíritu, en que la imaginación se torna creativa. En nuestros días, gracias a las formulaciones de la psicología y la antropología, lo mítico ha cobrado nueva fuerza. En el caso quiteño, donde todavía no se ha escrito una historia sistemática de la ciudad, los autores que han publicado leyendas, han logrado dar a conocer diversos episodios políticos y de vida cotidiana.



Sin embargo, va a tomar mucho tiempo poder olvidar la triste realidad que vivimos hoy. 

Un "presidente" que juró y se mercadeo cómo sincero, a tal punto de ponerse zapatos rojos de 1200 dólares sin calcetines para pretender ser igual al pueblo que logró engañar, población que lo único que quería en su casi totalidad: Era acabar con la indolencia del pasado y lograr justicia en que reciban un justo castigo y restituyan su futuro robado e hipotecado hasta que lleguen las Calendas Griegas. 

Tan poco que pedíamos y tanto respaldo que hubiésemos dado.

A cambio ¿qué recibió el ciudadano? Más de lo mismo y festejando con el enemigo mayor ¡Qué los vejó y robó! Los correistas, quiénes aparte de declararse el único poder del país se llevaron todo sin siquiera disimular. 

Y él -pompom- coludiendo en todo, e incluso sospechándose de poder haber sido parte de una gruesa evasión. El famoso exbanquero que nunca actuó cómo tal si no en representación y por bondad de su familiar por afinidad.

Hoy se ha formado un intríngulis que resulta de todos tener el mismo deseo, pero buscando la forma legal de hacerlo. 

La única forma legal que se puede dar es la admisión de ser incapaces y TODOS renunciar simultáneamente. 

Quedando establecido que el que llego al alto sitial por alteración de la "consciencia del mercado" jamás va a reconocer que jugó sucio y es simplemente un tramposo más.




Partiremos del papel principal que según la ley universal es reconocido: Que el que hace es el único que puede deshacer y de esa forma está descrito y certificado por las múltiples constituciones que hemos aceptado (aún las impuestas) el poder es del pueblo, para el pueblo y solo del pueblo; debemos solicitar formalmente su renuncia, después de haberlo cesado, por una consulta popular efectuada por un gobierno interino que aprendiendo del pasado promulgue una nueva Constitución aprobada por la mayoría de los ciudadanos ecuatorianos.