La mentira política se ha dado en todas las épocas y desde hace miles de años se reglaron y codificaron las reglas y la técnica de lo que antes se denominaba “demagogia” y hoy se interpreta como “publicidad”.
Basta
con repasar el término, que se ha convertido en uno de los más usados en la
vida política en los últimos años, tanto que incluso se ha desvirtuado.
¿Qué
se entiende por noticias falsas? Según
los documentos de trabajo del Parlamento Europeo, son
las noticias que recogen historias deliberadamente fabricadas (desinformación y
engaños) que se presentan como periodismo con el objetivo de manipular a los
lectores, un fenómeno que forma parte de una tendencia descripta como “posverdad”
Tan
aconsejado por el “Príncipe” de Macchiavello y comprobado por el
infame Goebbels.
Se ha determinado la preferencia por el uso de la palabra
desinformación frente al de mentiras, y abarca “toda forma de
información falsa, imprecisa o engañosa diseñada, presentada y promocionada
públicamente para infligir un daño público y sacar un beneficio”.
La mentira pasa de ser un hecho o un estado y se convierte en un
acto intencional, mentir el mentiroso sabe, en conciencia, en conciencia
explícita, que constituye aserciones completa o parcialmente falsas y sin duda
cae al nivel más bajo que ostentan quienes son amorales. Todos sentimos que es
una traición terrible y obliga a soportar el Síndrome de Pinocho y cuando
convertimos en un hábito la mentira y es la única manera de relacionarse con
los demás, estamos frente al Síndrome de Pinocho o Mitomanía.
Tales actos intencionales están destinados a
perjudicar al otro, a un otro o a otros, para traicionar, para hacerles creer
algo que siendo falso es lo que espera.
La mentira tiene una historia, entonces está zambullido
en un devenir que siempre amenaza restringido a la autoridad y el valor de ese proceder
o de ese momento histórico es muy alto e irreparable: hoy lo tapan denominándola “desgaste por el poder” ¡Tremenda ficción!
Entonces es ahí cuando la mentira instalada se
convierte en un sustituto completo de la verdad.
Y
ese sucedáneo, en virtud de las técnicas modernas y de los medios de
comunicación masiva, es, por supuesto, mucho más patente de lo que fue jamás el
original.
Ahora la imagen-sustituto ya no remite más a un original, ni
siquiera a un original representado ventajosamente, sino que lo reemplaza
ventajosamente pasando del estatus de representante al de reemplazante, el
proceso de la mentira moderna ya no sería la disimulación que enmascara la
verdad sino la destrucción de la realidad o del archivo
original. Siempre aconsejo leer el libro sumamente fascinante
de George Orwell “1984”.
Es
lo más preocupante y lo estamos viviendo hoy, cuando no se reivindican a los
dañados por la mentira, cuando se los encubre y se tolera mantener el engaño y
aún más, beneficiarse con eso.
La
mentira, es un arma de gran poder, y, sobre todo, el arma del más débil lleva
al autoengaño y termina debilitando a quien lo promueve y a quien o quienes la
mantienen.
La responsabilidad ética,
jurídica o política, si es que la hay, consiste en decidir la orientación
estratégica que se dará a esta problemática que sigue siendo una problemática
interpretativa y activa, en todo caso Inherente, porque claramente.
Es
una problemática del testimonio: porque se engaña intencionalmente a otro, en
conciencia, sabiendo que es lo que se oculta deliberadamente.
El momento actual de noticias falsas que han llevado al montaje de
la guerra jurídica demanda poner límite a este tablado.
LAMENTO
QUE EL COMPROMISO ASUMIDO POR el presidente Lasso en su discurso de inicio de
mandato NO HAYA TENIDO REFLEJO EN DECISIONES
INSTITUCIONALES CONCRETAS.
Sin
haber cumplido NINGUNA decisión institucional que revierta la mentira y la
persecución.
Se
pone en EVIDENCIA que en el proceso de construcción del mitómano existen muchos
dirigentes políticos OFICIALISTAS, lo que se ve con solo repasar archivos, de
entrevistas, de libros, de manifestaciones públicas.
La
única forma de parar esta toma y daca, entre rabos de paja, tiene que cortarse
de raíz y toda yerba mala que intente nacer igualmente acabarla antes de que se
vuelva una amenaza.